Buscar este blog

viernes, 23 de diciembre de 2011

1000 Derrotas valen más que 100 derrotas



Aquí traigo otro tema más para darle vueltas al coco.

¿Quién controla tu destino?… ¿tú o los demás?...

Desde que nacemos, hemos estado influenciados por las críticas. Nos importa mucho sentirnos adaptados a un grupo social.

¿Qué significa sentirnos adaptados a un grupo social?

Significa que para confiar en nosotros mismos, debemos sentir que otros confíen en nosotros.

¿Qué significa eso?

Significa que nos importa mucho salir victoriosos o derrotados.

Si salimos victoriosos, nos sentimos adaptados a un grupo, la gente nos quiere, somos un ejemplo para ellos y somos un líder. Nuestro ego se dispara, nos hace sentirnos importantes y que los demás nos necesitan.

Si salimos derrotados, salimos diciendo que no valemos nada como personas, la gente no quiere contar más con nosotros y no nos  sentimos amados por el sexo opuesto. Nos sentimos ridículos.

Sentimos pánico al no contar para alguien, para la sociedad.

Pero esto no funciona así.

No podemos depender del resultado externo para moldear nuestra personalidad.

Debemos depender solamente de lo que nosotros queremos sentir.

¿Dejarías que tu mejor amigo te dijera que no vales para algo que te gusta hacer?

¿Entonces por qué tú mismo te boicoteas y te hundes más en tu propio pozo?

Porque todavía no controlas tu ser interior, tu ego.

Solamente hay dos opciones, dos caminos para llegar a una meta.

Un camino está influenciado por los resultados externos. La vida te va poniendo obstáculos cada vez más grandes, es un camino a veces con espinas por el cual andas descalzo. A veces hay montañas nevadas y difíciles de pasar, a veces continuos puñetazos te son dados para que no te levantes, hasta que te ponen un muro que realmente no puedas traspasar y te hundes.

Otro camino es el del optimismo. Cuando nace una espina en el camino, la conviertes en una rosa. Cuando sale un muro de ladrillo, lo conviertes en uno débil y transparente, cuando te caen puñetazos, te caen gotas de agua, cuando hay montañas, son pequeñas escalas donde debes descansar y observar el paisaje.

No se trata de quién llega antes a la meta. Se trata de quién ha disfrutado más el camino para llegar a esa meta. Quien ha sabido superar las tormentas y quién ha dejado que esas tormentas le paralicen.

Más vale tardar más y llegar alegre, que llegar más rápido y más cansado.

Es como la vida de una estrella para los que entiendan sobre astrofísica, astronomía, etc.

Si la vida nos ha golpeado muchas veces, debemos sentir que esa una victoria.

Por eso mi título de 1000 derrotas son más valiosas que 100 derrotas. Porque se aprende lo que no hay que hacer en una derrota. Cuantas más veces te caes, aprendes más formas de cómo levantarte.

Puede que la primera vez me caiga de boca porque me han golpeado de una manera que no me esperaba. Pero me levantaré y volveré a sonreír. Me levantaré y volveré a caer, pero no de boca esta vez, sino de rodillas. Eso ya es una victoria comparada con la caída anterior.

¿Por qué es una victoria? Porque he construido ciertas bases para no caer de boca. La próxima vez haré un pequeño gesto de dolor y la próxima vez lanzaré mi mejor sonrisa, porque eso ya no me afecta. Porque conoceré a mi rival, conoceré por qué me ha lanzado ese ataque y no le volveré a tener más miedo.

Por eso mismo, si nos caemos miles de veces, miles de veces saldremos victoriosos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario